viernes, 29 de agosto de 2014

NOTHING BUT TIME 2


         Delacroix concentró todo el tiempo de la revolución francesa en un instante, ese en el que una mujer con el pecho descubierto enarbola la bandera de Francia en el campo de batalla, ese instante congelado que permanece inmutable con el paso de los siglos y se ha convertido en el emblema del país y de los ideales revolucionarios.
         Las meninas continúan ofreciendo eternamente el mismo frasco rojo a la infanta Margarita, ante la mirada reflejada en un espejo de sus padres los reyes, en el cuadro en el que el propio Velazquez aparece pintando la escena.
         Uno de los condenados a muerte en la guerra de la independencia alza sus brazos con gesto compungido ante el batallón del ejército francés que va a fusilarlo y permanecerá así, en ese instante previo a la muerte, por los siglos de los siglos en el gran lienzo de Goya.
        Un ejemplo extremo, una décima de segundo eterna, es esa explosión de agua en la piscina a la que, se supone, que alguien ha saltado, en el cuadro de Hockney “A Bigger Splash”
        Y así podemos encontrar numerosos ejemplos en los que la pintura ha atrapado y detenido el tiempo para siempre.
        En esta exposición el tiempo se representa en una sucesión de instantes cercanos pero diferenciados, escenas cotidianas de una vida común en un tiempo que fue presente y ahora lo será eternamente. Suma de vivencias que definen la vida.
        Scott Fitzgerald hablaba en su novela “Tender is the night” de esos momentos en los que parece no pasar nada, que se perciben como la transición entre el gozo pasado y el futuro, pero que luego resultan haber sido el gozo mismo. Los cuadros de esta serie están llenos de ese material, momentos sueltos no demasiado lejanos que son la vida misma y que quedan fijados a la tela para siempre. Pero vivimos en la era de las comunicaciones, recibimos información continuamente en un mundo cada vez más global y es inevitable que sucesos ajenos, lejanos o cercanos, se diluyan en la cotidianidad de nuestras vidas con absoluta naturalidad y es, por eso, inevitable que salpiquen las telas con la misma naturalidad. 
        Por otro lado, estos cuadros forman parte de una instalación donde ese juego de artificio, de realidades múltiples, que desarrolló Velazquez en Las Meninas, entre realidad y reflejo, pintor y modelo, espectador y pintura... es utilizado en un espacio lúdico donde la realidad es un reflejo y los reflejos son la realidad.

  





¡Ya está todo en marcha!
Inauguración el dia 18 de Septiembre a las 20 horas en 
C/ Can Danús, 3